jueves, 13 de septiembre de 2018

“PUES CUÉNTEME QUIEN ES USTED PARA VER SI ME ASUSTO UN RATO” Por: Sofía Rodríguez García


Lo interesante de sacar del closet el grito silenciado, en las redes sociales(#niunamenos, machismocriminal, #violenciadegénero, #violenciamachista, etc) además de la deuda histórica que representa, es que hemos podido observar lo profundo del problema de forma masiva. Sí, antes de que pregunten y ahondemos más, el problema es el machismo, ese machismo de crianza, cultural, sin otra denominación ni arreglo florido. Encontramos casos de abusos en todos los niveles y en todos los espacios, y eso que algunas situaciones permanecen en secreto o lo que es peor se convirtió en la denominación fastidiosa y amañada de “es normal”. Y entonces ahora se escandalizan y responden que los abusos los declaramos según la valoración estética, que tanta quejadera si también le hemos pegado a alguien, que todos hemos sido discriminados, que si va en un carro entonces sí nos gusta, que no son todos los hombres, que son casos aislados de psicópatas en el mundo, que hay hombres reprimidos, tonterías como esas, otras perlas no traigo a colación porque ya son de un corte demasiado fantasioso.
Sí señoras y señores, es una ofensa e indigna, cuando nos dicen que nos merecemos la violación o abuso porque mostramos piernas, salimos a rumbear, nos emborrachamos, pasamos por la calle del espanto, porque vamos a la novena, porque vemos telenovelas, porque no las vemos, porque sabemos de erotismo, porque nos escondemos, porque leemos, porque nos quejamos, porque escribimos, porque pensamos, porque volamos, porque soñamos y porque no tenemos pelos en la lengua. No es de extrañarse, que a la hora de justificar el machismo aparece lo más inaudito, está tan anclado en la sociedad que pegan el brinco. Y lo que es peor aquellos que de una le lanzan dardos al feminismo como si fuera el coco, a ver, las mujeres necesitamos visibilizarnos porque hemos sido ignoradas, discriminadas, violentadas y abusadas históricamente, eso les parece complicado?.
A algunos sí porque elimina la relación de dominación histórica. Y en medio de todo esto también aparece don “políticamente correcto” diciendo lo siguiente:”deja pasar eso” “ignóralo” no vale la pena” “eso después es para problemas” “ y me pregunto: cuánto tiempo llevamos callándonos, cuánto tiempo cargamos la culpa, qué otro la vergüenza y que otra escuchamos pésimos consejos o seguimos la cuerda?. Bastante. Fui abusada de niña, y de ahí incontables veces pude escapar de algunos abusos en la adolescencia, en la adultez de otros más, cada vez que hablé de ello surgió una mirada acusadora, una correa anti verdades y una sonrisa a medias de algún loco.
Algunas veces me pongo a reflexionar sobre el asunto de qué es lo más doloroso y no puede sanar y siempre llego a la misma conclusión: no me creyeron, me aislaron y me señalaron. Y lo peor del caso es que todo tiene el mismo final, por fortuna existen los libros que pueden recrearnos otras realidades diferentes, lástima que acaben. No hay que olvidar, no hay que ignorar, no hay que dejar pasar, ya no más, nunca debió ser así, el machismo es un corrosivo que fascina a muchos pero no es eterno. La solución no está en no hacer caso, está en enfrentarlo y eliminar tan mala idea. Hace poco me habló un tipo - por primera vez-, por chat de Facebook y como no acepté un “halago” (según su percepción irrisoria y equívoca de los halagos), me insultó, me “pordebajeó” como poeta y para completar dijo que echaría mala propaganda sobre mí en la ciudad ya que yo no sabía con quién me enfrentaba, pues que cuente quién es para ver si me asusto un rato.
Tuve la escena de lo que me decía por segundos, me lo imaginé gritando desenfrenado, rasgándose las vestiduras y diciendo “Sofía le hace daño a la literatura, es mala poeta, no se deja decir buenona ni morbosear de mi”. Patética sería la situación, hasta de pronto me solidarizo y le recomiendo que no haga el oso. Y es que el rechazo en algunos hombres (con el machismo de corona) produce ese tipo de acciones: amenazas, insultos y sobre todo el viejo truco de introducir miedo. Otro caso reciente después de acusar con justa razón a otro tipo de misógino me puso al ruedo cuestiones personales acomodadas al tema con fechas apiñuscadas y sucesos alterados, una defensa muy común en la escena política del país, por cierto.
Bien, es el tiempo de decir: No tenemos miedo y no nos vamos a callar nunca más.

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