El planisferio del cuerpo reposa en el
cuello,
aves se comen las líneas psicodélicas.
Pálidos a buena hora,
índices impregnados
por el sur de pinzas en las uñas.
Se estanca la noche de cortinas y
sombras,
se desatiende la piel que espera
exhausta
se aproxima el golpe con su sol de
látigos:
Las Delicias del amanecer prófugo y
oblicuo.
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